Mensajes principales

  • Necesitamos suficiente sangre segura en el mundo para todos los que la necesitan.
  • Cada dos o tres segundos, alguien en algún lugar necesita sangre.
  • Las transfusiones de sangre y hemoderivados salvan millones de vidas cada año.
  • La salud es un derecho humano; todas las personas en todo el mundo deberían poder recibir transfusiones de sangre seguras, cuando y donde las necesiten.
  • Es necesario realizar donaciones de sangre con regularidad en todo el mundo para que las personas y las comunidades tengan acceso a sangre y hemoderivados seguros y de calidad.
  • Cualquier persona que pueda donar sangre debería considerar la posibilidad de hacerlo de forma regular, voluntaria y no remunerada para que todos los países dispongan de un suministro suficiente.
  • La seguridad y el bienestar de los donantes de sangre es fundamental, pues los anima a donar regularmente.
  • El acceso a sangre y hemoderivados seguros es esencial para la cobertura sanitaria universal y uno de los elementos fundamentales de los sistemas de salud eficaces.
  • La sangre y los hemoderivados son necesarios para tratar a:
    • las mujeres con hemorragias asociadas al embarazo y al parto;
    • los niños que padecen anemia grave a causa del paludismo y la malnutrición;
    • los pacientes con trastornos hematológicos y de la médula ósea, hemoglobinopatías hereditarias y afecciones que causan inmunodeficiencia;
    • las víctimas de traumatismos por accidentes, catástrofes naturales o situaciones de emergencia; y
    • los pacientes que se someten a intervenciones médicas y quirúrgicas avanzadas.
  • Aunque la necesidad de sangre y hemoderivados es universal, existen diferencias marcadas en cuanto al nivel de acceso a sangre y hemoderivados seguros entre los distintos países y dentro de ellos.
  • En muchos países, los servicios de transfusión sanguínea siguen teniendo problemas para ofrecer sangre y hemoderivados suficientes y garantizar al mismo tiempo su calidad e inocuidad.
  • Los gobiernos, las autoridades sanitarias nacionales y los servicios nacionales de transfusión sanguínea deben colaborar para:
    • establecer los sistemas y la infraestructura necesarios para recoger más sangre de donantes regulares, voluntarios y no remunerados;
    • establecer y reforzar los sistemas que garantizan la calidad de la sangre y los hemoderivados para velar por su inocuidad;
    • proporcionar atención de calidad a los donantes;
    • promover y respetar el uso clínico adecuado de la sangre; y
    • supervisar toda la cadena de transfusión sanguínea.