Su Excelencia, Dr. Harsh Vardhan, Presidente del Consejo Ejecutivo, gracias por su liderazgo en estos tiempos difíciles. Excelencias, queridos colegas y amigos, buenos días, buenas tardes y buenas noches a todos ustedes, y feliz Año Nuevo.

Hace 40 años apareció un nuevo virus y provocó una pandemia. Se desarrollaron medicamentos vitales, pero transcurrió más de un decenio antes de que los pobres del mundo tuvieran acceso a ellos. Hace doce años apareció otro virus nuevo y provocó una pandemia. Se desarrollaron vacunas para salvar vidas, pero cuando los pobres del mundo lograron acceder a ellas, la pandemia ya había pasado. Hace un año surgió otro nuevo virus y provocó una pandemia. Se han desarrollado vacunas que salvan vidas. Lo que pase después dependerá de nosotros.

Tenemos la oportunidad de vencer a la historia; de escribir una historia diferente; de evitar los errores de las pandemias de VIH y H1N1. El desarrollo y la aprobación de vacunas seguras y eficaces en menos de un año desde la aparición del nuevo virus es un logro científico asombroso y una fuente de esperanza muy necesaria. Las vacunas son la inyección en el brazo que todos necesitamos, literal y metafóricamente. La reciente aparición de cepas que se propagan velozmente hace que el despliegue rápido y equitativo de las vacunas sea aún más importante.

Pero ahora nos enfrentamos a un peligro real, porque si bien las vacunas llevan la esperanza a algunos, se convierten en otro ladrillo del muro de la desigualdad entre los ricos y los pobres del mundo. Está bien que los gobiernos quieran priorizar la vacunación de sus trabajadores sanitarios y de las personas mayores. Pero no está bien que los adultos más jóvenes y sanos de los países ricos se vacunen antes que los trabajadores sanitarios y las personas mayores de los países más pobres.

Habrá vacunas suficientes para todos. Pero ahora mismo debemos trabajar juntos, como una familia mundial, para dar prioridad a los que corren mayor riesgo de enfermedad grave y muerte en todos los países.

En los últimos nueve meses, el Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19 (Acelerador ACT) y el Mecanismo para el acceso mundial a las vacunas contra la COVID-19 (COVAX), su pilar de vacunas, han sentado las bases para la distribución y el despliegue equitativos de las vacunas. Hemos superado obstáculos científicos, obstáculos legales, obstáculos logísticos y obstáculos de reglamentación. Hemos obtenido 2000 millones de dosis de cinco fabricantes, con opciones para adquirir más de 1000 millones de dosis más, y nos proponemos comenzar la distribución en febrero.

Aprovecho esta oportunidad para dar las gracias a Gavi, la Alianza para las Vacunas y a la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI). El COVAX está listo para cumplir los cometidos para los que fue creado.

Sin embargo, en las últimas semanas, algunos Estados Miembros se han preguntado si el COVAX recibirá las vacunas que necesita, y si los países de altos ingresos mantendrán las promesas que han hecho. A medida que se empiezan a distribuir las primeras vacunas, la promesa de un acceso equitativo se pone gravemente en entredicho.

Hasta el presente se han administrado más de 39 millones de dosis de vacunas en al menos 49 países de altos ingresos. Solo se han administrado 25 dosis en un país de bajos ingresos. No 25 millones; no 25 mil; solo 25.

Debo ser franco: el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico, y el precio de ese fracaso se pagará con vidas y medios de subsistencia en los países más pobres del mundo.

Aun cuando hablan el idioma del acceso equitativo, algunos países y empresas siguen dando prioridad a los acuerdos bilaterales, sorteando el COVAX, haciendo subir los precios e intentando ponerse al principio de la cola. Eso es un error. El año pasado se firmaron 44 acuerdos bilaterales, y este año ya se han firmado al menos 12.

La situación se ve agravada por el hecho de que la mayoría de los fabricantes han priorizado la aprobación reglamentaria en los países ricos, donde los beneficios son mayores, en vez de presentar documentación completa a la OMS. Esto podría retrasar las entregas al COVAX y generar, precisamente, la situación que ese mecanismo procura evitar, o sea el acaparamiento, el caos del mercado, una respuesta descoordinada y un constante trastorno social y económico.

Esta actitud de «yo primero» no solo pone en peligro a las personas más pobres y vulnerables del mundo, sino que también es contraproducente. En última instancia, estas acciones solo prolongarán la pandemia, las restricciones necesarias para contenerla y el sufrimiento humano y económico.

La equidad en lo concerniente a las vacunas no es solo un imperativo moral, es un imperativo estratégico y económico.

Según estimaciones de un estudio reciente, los beneficios económicos derivados de la asignación equitativa de vacunas para 10 países de altos ingresos ascenderían, por lo menos, a US$ 153 000 millones en 2021, y aumentarían a US$ 466 000 millones para 2025. Eso equivale a más de 12 veces el costo total del Acelerador ACT.

No es demasiado tarde. Hago un llamamiento a todos los países para que colaboren solidariamente, a fin de garantizar que en los primeros 100 días de este año se lleve a cabo la vacunación de los trabajadores sanitarios y las personas de edad avanzada en todos los países. Esto es en el máximo interés de todas y cada una de las naciones de la Tierra.

Juntos, debemos cambiar las reglas del juego de tres maneras.

En primer lugar, instamos a los países con contratos bilaterales —y control del suministro— a que mantengan la transparencia en estos contratos con el COVAX, en particular en lo relativo a volúmenes, precios y fechas de entrega. Hacemos un llamamiento a esos países para que consideren con la máxima prioridad el lugar del COVAX en la cola, y para que compartan sus propias dosis con el COVAX, especialmente una vez que hayan vacunado a sus propios trabajadores sanitarios y a las personas de edad, de modo que otros países puedan hacer lo mismo.

En segundo lugar, pedimos a los fabricantes de vacunas que proporcionen a la OMS datos completos, a fin de realizar un examen reglamentario en tiempo real y de ese modo acelerar las aprobaciones. También pedimos a los fabricantes que permitan a los países con contratos bilaterales compartir dosis con el COVAX, y que prioricen el suministro al COVAX, en lugar de concertar nuevos acuerdos bilaterales.

Y, en tercer lugar, instamos a todos los países que introducen vacunas, a utilizar solo vacunas que satisfagan las más rigurosas normas internacionales de seguridad, eficacia y calidad, y aceleren la preparación para su distribución.

El tema del Día Mundial de la Salud de este año es la desigualdad en materia de salud. Mi reto para todos los Estados Miembros consiste en asegurar que cuando llegue el Día Mundial de la Salud, el 7 de abril, se administren las vacunas contra la COVID-19 en todos los países, como símbolo de esperanza para superar tanto la pandemia como las desigualdades, que son la raíz de tantos problemas de salud en todo el mundo. Espero que esto se haga realidad.

La pandemia nos ha dado lecciones a todos, a cada Estado Miembro y la Secretaría. Todos debemos tener humildad necesaria para aprender, cambiar, innovar y crecer.

Los trabajos del Grupo independiente de preparación y respuesta frente a las pandemias, el Comité de Examen acerca del funcionamiento del Reglamento Sanitario Internacional (2005) durante la respuesta a la COVID-19 y el Comité Independiente de Asesoramiento y Supervisión del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS formularán recomendaciones para los Estados Miembros y la Secretaría.

Ahora bien, algunas lecciones ya nos están mirando a la cara.

La primera es la concerniente a preparación y respuesta. La COVID-19 tomó por sorpresa incluso a algunas de las naciones más ricas y poderosas del mundo. Las encontró desprevenidas y reveló un fracaso colectivo en cuanto a inversión en la esfera de preparación para emergencias.

Incluso antes de la pandemia, la OMS trabajaba para fortalecer los mecanismos de preparación y respuesta, como parte de su transformación, consciente de que solo era cuestión de saber cuándo habría una próxima pandemia, no si la habría. Junto con el Banco Mundial establecimos hace dos años la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación; creamos una nueva División de Preparación para Emergencias, una nueva División de Ciencias, y desarrollamos nuevos instrumentos digitales de vigilancia y alerta temprana.

En el último año adoptamos las medidas adicionales descritas en el informe que les presentamos en esta reunión. En la Asamblea Mundial de la Salud celebrada en noviembre anuncié el establecimiento, en una instalación segura de Suiza, de un nuevo repositorio de muestras destinado a facilitar el intercambio voluntario de virus y el rápido desarrollo de medidas médicas de respuesta. Lo hemos llamado BioHub. Me complace decir que, además de los compromisos contraídos previamente por Italia y Tailandia, también Sudáfrica se ha comprometido recientemente a compartir muestras de la nueva cepa de coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo de tipo 2 (SARS-CoV-2) con el BioHub. Alentamos a todos los Estados Miembros a que compartan oportunamente datos y muestras de las nuevas cepas.

También en noviembre, propuse un nuevo mecanismo para fortalecer la preparación, sobre la base de la confianza y la responsabilidad mutuas: el examen universal de la salud y la preparación. Asimismo, agradezco a Benin y a la República Centroafricana la idea presentada en nombre del Grupo de África. Los instrumentos utilizados previamente, incluidas las evaluaciones externas conjuntas basadas en el examen de la preparación nacional realizado por expertos, son valiosos, pero la pandemia ha demostrado que no son suficientes.

El examen universal de la salud y la preparación se basa en un mecanismo voluntario de examen entre pares dirigido por los Estados Miembros, con el fin de promover una cooperación internacional más amplia y eficaz, mediante la mancomunación de esfuerzos en un espíritu de solidaridad entre las naciones y las partes interesadas.

En diciembre informamos a los Estados Miembros acerca del examen universal de la salud y la preparación. Hemos entablado conversaciones para desarrollar el instrumento, y planeamos iniciar en las próximas semanas una fase experimental con el primer grupo de países que se han ofrecido como voluntarios. Alentamos a todos los países a que participen activamente y nos ayuden a desarrollar juntos esta iniciativa.

La segunda lección clave que nos deja la pandemia es que las cuestiones de salud de los seres humanos, los animales y el planeta están íntimamente entrelazadas. Solo podemos proteger y promover la salud humana mejorando radicalmente el seguimiento y la gestión de los riesgos en la interacción entre los seres humanos, los animales y los ecosistemas. Esta idea no es nueva, pero la pandemia la ha puesto de relieve. Más del 70% de las enfermedades descubiertas en los últimos años están relacionadas con la transmisión de patógenos de los animales a los seres humanos.

Hace más de un decenio, la OMS, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Organización Mundial de Sanidad Animal se unieron en una iniciativa tripartita para desarrollar y promover el concepto de «Una salud».

La pandemia ha demostrado que debemos llevar nuestra alianza a un nuevo nivel, y que esta se debe convertir en algo más que un concepto, se debe traducir en sistemas que preserven la seguridad de las personas en los países. También está claro que Una Salud tiene que abarcar algo más que las zoonosis; debe abordar toda la gama de cuestiones que influyen en las relaciones entre los seres humanos, los animales y el planeta, con particular atención a la deforestación, la agricultura intensiva, la contaminación, el cambio climático, etc.

Junto con nuestros asociados en la iniciativa tripartita y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, hemos acordado ahora establecer un consejo de expertos de alto nivel sobre Una Salud, respaldado por una secretaría conjunta. Ese consejo analizará las pruebas científicas y las respuestas normativas en los países, y asesorará a los cuatro organismos sobre las medidas que se deberán adoptar y las recomendaciones que se han de elaborar. La máxima prioridad del consejo será la de examinar y asesorar sobre las necesidades inmediatas en materia de prevención, predicción, detección, seguimiento y respuesta a las zoonosis emergentes con potencial epidémico y pandémico. Esperamos la primera reunión del consejo con ocasión de la Asamblea Mundial de la Salud, que se celebrará en mayo, y los mantendremos al corriente de la evolución del consejo y su programa.

Al mismo tiempo, debemos traducir ese trabajo de alto nivel en sistemas concretos al nivel más local posible, a fin de captar las señales de nuevos brotes y, de ser posible, contenerlos en su origen.

En la Asamblea del año pasado, los Estados Miembros también pidieron a la Secretaría que trabajara con nuestros asociados para identificar el origen zoonótico del virus. Como saben, 14 miembros de la misión internacional que estudia los orígenes del virus han llegado a China. Otros tres están trabajando con el equipo de forma remota.

Nadie debería albergar la más mínima duda de que se trata de una actividad científica. El objetivo consiste en comprender cómo y cuándo surgió este nuevo coronavirus, a fin de que todos podamos adoptar medidas para prevenir la aparición de otros patógenos zoonóticos en el futuro.

La tercera gran lección que nos deja la pandemia es que el mundo necesita una OMS fuerte. Esta tampoco es una idea nueva. Quienes hemos trabajado en la salud mundial durante mucho tiempo conocemos los puntos fuertes y débiles de la OMS.

El fortalecimiento de la OMS es crucial en el camino de transformación que hemos recorrido juntos durante los últimos tres años y medio. Entre las observaciones que presenté ante la Asamblea, en noviembre, proporcioné información actualizada sobre la transformación. Además, los invito a que consulten ustedes el informe detallado sobre los progresos realizados, publicado en diciembre, y esperamos con interés que esta semana nos transmitan sus nuevas observaciones sobre el documento relativo a la transformación para mejorar las repercusiones en los países.

Agradecemos a los Estados Miembros el amplio apoyo a la transformación manifestado hasta la fecha, y acogemos con satisfacción los comentarios formulados por el Presidente del Comité Consultivo de Expertos Independientes en materia de Supervisión en la reunión del Comité de Programa, Presupuesto y Administración celebrada la semana pasada, a tenor de los cuales la transformación estaba arrojando resultados.

Pero también hemos escuchado el llamamiento que ustedes han formulado en pro de una mayor atención a los efectos de la transformación en los países. La transformación es un viaje. Ya hemos recorrido un largo camino, y aún nos queda mucho por recorrer. El año que viene seguiremos aprendiendo, cambiando y escuchando.

Como ustedes saben, al final del año pasado, los Directores Regionales y yo decidimos conceder el Premio de la OMS a la Excelencia a todo el personal de la OMS, por sus extraordinarios esfuerzos en el año más extraordinario que recordamos. Esto es lo que nuestro Presidente del Consejo, el Dr. Harsh Vardhan, comunicó en su discurso.

En reconocimiento de 2021 como Año Internacional de los Trabajadores Sanitarios y Asistenciales, hemos decidido que 2021 sea también el Año del Personal, para centrarnos en hacer de la OMS una organización que atraiga a las mejores personas, les proporcione el mejor entorno —inclusivo y diverso— y las aliente y empodere para que hagan y sean lo mejor posible.

Los propios Estados Miembros han constatado que uno de los mayores obstáculos para que la OMS sea lo mejor posible es la falta de financiación sostenible y previsible. Sabemos que los Estados Miembros consideran seriamente el fortalecimiento de la OMS, y por lo tanto deben ser serios en cuanto a la financiación sostenible y la superación del abismo existente entre lo que se espera de nosotros y los recursos que tenemos para ello. Me gustaría agradecer a Alemania y Francia el liderazgo que han asumido en relación con esa cuestión.

Como saben, la Secretaría ha realizado importantes esfuerzos para abordar la cuestión mediante el primer argumentario de inversión de la OMS, la nueva estrategia de movilización de recursos, el primer Foro de Asociados y, más recientemente, la creación de la Fundación pro OMS como parte de la transformación que iniciamos en 2017.

La Fundación pro OMS es una entidad jurídica independiente cuyo objetivo consiste en generar US$ 1000 millones en los próximos tres años, a partir de fuentes a las que la OMS no había accedido anteriormente. Entre el 70% y el 80% de esos fondos se destinarán a la OMS, y el resto a otras organizaciones de salud pública centradas en la sociedad civil.

La Fundación cuenta con una sólida junta encabezada por el Dr. Thomas Zeltner; en ella están representadas todas las regiones, y su primer Director General, Anil Soni, comenzó su labor a principios de este año. Prevemos que la Fundación ayudará a diversificar la base de donantes de la OMS y será una nueva fuente de financiación flexible.

Estas son algunas de las soluciones estratégicas que propusimos durante el diagnóstico, cuando comenzamos la transformación. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para asegurar que la OMS cuente con la financiación sostenible y previsible que necesita.

Esta semana examinarán ustedes una propuesta para establecer un grupo de trabajo inclusivo que definirá los principios de las actividades que se deben financiar, desarrollará opciones para determinar el volumen de la financiación necesaria y considerará la manera en que se deben financiar esas prioridades. Si los Estados Miembros lo acordaran, el grupo de trabajo podría examinar una propuesta que se presentará a este Consejo antes de transmitirla a la Asamblea Mundial de la Salud, en 2022.

Estamos comprometidos con la rendición de cuentas y el mejor aprovechamiento del dinero que ustedes aportan. Y eso es lo que se debe hacer, pero pedimos a los Estados Miembros que velen por que la Secretaría reciba fondos suficientes para realizar sus actividades. Incluso mientras trabajamos sin descanso para poner fin a la pandemia y responder a otras emergencias, continuamos la transformación para producir un efecto allí donde más importa: en los países.

El orden del día de esta semana refleja el vasto alcance de la labor de la OMS, que incluye la seguridad del paciente, las enfermedades no transmisibles, la salud bucodental, el cuidado de los ojos, la resistencia a los antimicrobianos, las enfermedades desatendidas, los productos médicos de calidad subestándar y falsificados, la salud mental, la poliomielitis, la inmunización y mucho, mucho más.

Sé que algunos Estados Miembros están preocupados por la tardía publicación de los documentos para esta reunión. Me disculpo personalmente por cualquier dificultad que esto hubiera podido causar en sus preparativos. Mantenemos nuestro compromiso con la entrega oportuna de los documentos de los órganos deliberantes, y hemos hecho muy buenos progresos a ese respecto.

Apelamos a su comprensión, habida cuenta de las circunstancias excepcionales en las que está trabajando nuestro personal y el plazo muy ajustado entre la reanudación de la Asamblea Mundial de la Salud, en noviembre, y la presente reunión del Consejo Ejecutivo.

Confiamos en mantener deliberaciones constructivas esta semana, al tiempo que trabajamos juntos para solucionar los innumerables problemas sanitarios que afronta la población mundial día tras día. Para el final del año en curso esperamos concluir hasta el 90% de los trabajos que prometimos realizar al comienzo del bienio.

Para responder a las perturbaciones en los servicios esenciales de salud de muchos Estados Miembros, la OMS está aplicando una «iniciativa de impulso» en la que se está encargando a personal de la Sede trabajar con oficinas regionales y de los países, en consonancia con las necesidades de estos. En la primera fase se ha asignado personal a 20 países para fortalecer el sistema y la comunidad y para cuestiones como la financiación, los medios de diagnóstico, los tratamientos, la vigilancia, etc.

Seguiremos apoyando a los países en su avance hacia la cobertura sanitaria universal reforzando la asistencia técnica en la atención primaria de salud y en el mantenimiento de los servicios de salud esenciales, incluida la inmunización y la salud sexual, reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente.

Apoyaremos a los Estados Miembros a proteger y ampliar las ganancias que podrían perderse en la lucha contra el VIH, la tuberculosis, el paludismo, la hepatitis, las infecciones de transmisión sexual y las enfermedades tropicales desatendidas. Aplicaremos la estrategia mundial para acelerar la eliminación del cáncer del cuello uterino, aprobada por los Estados Miembros en noviembre.

Intensificaremos nuestro apoyo a los países para que puedan llegar progresivamente a atender a mil millones de personas más con enfermedades no transmisibles y problemas de salud mental para 2023, mediante servicios de salud y medicamentos esenciales.

A pesar de los reveses del año pasado seguimos totalmente comprometidos con la doble prioridad de conseguir la erradicación de la poliomielitis y la transición conexa, y con utilizar la infraestructura de la poliomielitis para la distribución de las vacunas contra la COVID-19.

A petición de los Estados Miembros, estamos desarrollando nuevas orientaciones normativas estratégicas en materia de enfermería y partería.

A la luz del importante daño que la COVID-19 ha ocasionado a las personas mayores, y con miras a aumentar la calidad de la atención que estas reciben, estamos estudiando la organización y financiación de sistemas de atención a largo plazo.

Seguiremos fortaleciendo la capacidad de los países para aplicar planes de acción nacionales en el ámbito de la resistencia a los antimicrobianos, al tiempo que reforzaremos la vigilancia en esa materia y el consumo de esos productos.

En respuesta a las crecientes solicitudes de los Estados Miembros, trabajaremos para reforzar la producción local de medicamentos, y de otros productos sanitarios, de calidad, seguros, eficaces y asequibles, y el acceso a ellos.

Tras la aprobación de la estrategia mundial sobre salud digital, estamos desarrollando herramientas para apoyar a los Estados Miembros a que apliquen estrategias nacionales de salud digital, entre ellas un certificado de vacunación digital.

Trabajaremos con los países para que se apliquen las recomendaciones de políticas que figuran en el Manifiesto a favor de una recuperación de la COVID-19 saludable y respetuosa con el medio ambiente.

En junio organizaremos una cumbre virtual sobre salud para los pequeños Estados insulares en desarrollo, centrada en los sistemas de salud resilientes que pueden responder a la doble amenaza de las enfermedades no transmisibles y el cambio climático.

Apoyaremos el fortalecimiento del sistema nacional de datos de salud a través del Módulo Técnico SCORE (siglas en inglés de los términos «estudiar», «contabilizar», «optimizar», «evaluar» y «facilitar»).

Seguiremos rindiendo cuentas mediante la recopilación de información sobre nuestros resultados para hacer un seguimiento de los progresos hacia las metas de los «tres mil millones».

Reforzaremos el desarrollo de orientaciones normativas para que sean oportunas, pertinentes, de fácil acceso y se basen en la última información disponible.

Fortaleceremos la capacidad de investigación ética y de alta calidad en todos los países y velaremos por que se acelere la ampliación de las innovaciones y los productos de salud para satisfacer las necesidades de salud pública.

Y seguiremos fortaleciendo la colaboración con nuestros socios multilaterales mediante el Plan de acción mundial a favor de una vida sana y bienestar para todos, con miras a reforzar la equidad en la administración de vacunas, impulsar la recuperación y apoyar a los Estados Miembros para que vuelvan a la senda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Al mismo tiempo, también tenemos presente el próximo bienio, para el que se ha elaborado el anteproyecto de presupuesto por programas 2022-2023 que se examinará esta semana. El anteproyecto refleja la necesidad de seguir adelante con el trabajo pendiente, aplicando las lecciones que ya hemos aprendido de la pandemia, incluso mientras esperamos las recomendaciones de varios procesos de examen.

Hemos elaborado por lo tanto un proyecto de presupuesto por programas flexible, basado en cuatro temas estratégicos clave: en primer lugar, la acuciante necesidad de acelerar los progresos con miras a la consecución de las metas de los «tres mil millones» y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular los recursos adecuados de las oficinas en los países; en segundo lugar, la necesidad de reforzar la preparación y respuesta ante las emergencias sanitarias a todos los niveles; en tercer lugar, la necesidad de aumentar la capacidad de recuperación a través del fortalecimiento de la atención primaria de salud, ya que constituye la base tanto de la seguridad sanitaria como de la cobertura sanitaria universal; y en cuarto lugar, la necesidad de avanzar en el liderazgo de la OMS en los ámbitos de ciencia y datos.

En el documento presupuestario se explica más detalladamente cada uno de esos temas. También se propone ampliar el plazo para el cumplimiento de las metas de los «tres mil millones» en dos años, hasta 2025. La ampliación del plazo nos permitirá establecer cuáles son las áreas concretas en las que los países se encuentran rezagados y las posibles soluciones para acelerar el progreso.

Ha pasado un año desde que comenzase la mayor crisis de nuestro tiempo y es evidente que todavía nos enfrentamos a un peligro sin precedentes. Pero también tenemos una oportunidad única para hacer de la salud el motor del desarrollo y la base de un mundo más seguro y más equitativo.

En el último año hemos perdido a más de dos millones de hermanas y hermanos por la pandemia, entre ellos muchos trabajadores de la salud que dieron su vida al servicio de los demás. También hemos perdido a colegas como Belinda Kasongo, que fue asesinada en la República Democrática del Congo mientras trabajaba para proteger a la población de la enfermedad por el virus del Ebola. Su sacrificio no fue en vano: gracias a personas como Belinda, que pusieron sus vidas en peligro, pudimos poner fin al brote de ebola en el este del país, una de las emergencias más complicadas a las que nos hemos enfrentado. Y la semana que viene hará un año que falleció nuestro querido amigo y colega Pete Salama. Nunca lo olvidaremos: su legado sigue vivo.

A todos ellos les debemos el superar cualquier desafío al que nos enfrentemos; sean cuales sean las lecciones que la pandemia nos está enseñando, las aprenderemos; y sean cuales sean las oportunidades que tengamos para construir un mundo más saludable, más seguro y más justo, las aprovecharemos. Gracias.